Un viaje de sanación creativa

El arte y los procesos creativos: danza, escritura, teatro, dibujo, han sido elementos que han estado presentes en mi vida desde muy pequeña y que cobraron especial fuerza en la etapa de la adolescencia.

 

Sin embargo, al no sentirme apoyada, animada y más bien desmotivada (por mi entorno familiar: eso es una pérdida de tiempo, no sirve para nada, es una tontería, podrías hacerlo mejor, sólo unos pocos lo consiguen) se fue cerrando esta parcela tan instintiva en mí, exponiéndose tímidamente en contadas ocasiones, sin darle importancia e intentando retirar valor a mis creaciones.

 

Hace casi tres años, estuve de baja laboral por depresión y ansiedad “dificultades y problemas adaptativos” era la inscripción del parte de baja. Más adelante entendí y averigüé que me encontraba en un claro marco de burnout docente sumada a una profunda crisis existencial.

A lo pocos meses (marzo 2023) iniciaba una formación de Terapia con el arte Transpersonal.

 

Algo llamó mi atención, necesitaba reavivar mi creatividad, atenderla, escucharla y darle vida, porque cuando bailaba con ella, me sentía bien, me sentía yo, me sentía en casa. Abrí la mirada y me arriesgué a profundizar en todo aquello que llevo escuchando en distintos ámbitos de mi vida, sobre la facilidad y naturalidad que hay en mí para generar ideas, visualizarlas y ponerlas en práctica.

 

Y así fue, como a través del arte y del enfoque transpersonal, entré en contacto con esa parte esencial tan mía y tan viva, que siempre me había acompañado, de manera latente, pero que no había integrado ni escuchado adecuadamente. 

 

Desde el enfoque transpersonal he comprendido, el crear desde el sentir, sin juicios, sin expectativas, sin constructos, sin el gusto por la estética o por la belleza, entendí el pintar alejado de cánones, de estructuras o de técnicas establecidas, me entregué a la escritura, sin pensar, entrando en una especie de trance, en el que la tinta se resbalaba por el papel, realizando párrafos, textos y páginas, arrastrando todo lo que me dictaba alto y claro mi alma… y me dejé llevar, y me dejé fluir.

 

Sané. 

Como parte de mi historia, desde que tengo recuerdos, he sentido una especie de inspiración magnética muy profunda por y hacia la naturaleza. Ha sido un espacio en el que de manera habitual he encontrado paz, serenidad, calma y tranquilidad, mucho antes de que se empezara a divulgar los beneficios que tienen los “baños de bosque” en la salud mental, física y emocional. 

 

Soy una persona altamente sensible. Este hallazgo me ha regalado claridad, ahora soy capaz de empezar a colocar las informaciones que percibo a través de los estímulos: colores, sonidos, olores, los cuáles integro de manera exponencial. La belleza que siento, me resulta sobrecogedora, inaudita y profundamente estimulante, especialmente cuando proviene de la naturaleza.

 

En numerosas ocasiones se ha convertido en mi refugio, capto su energía silenciosa, inundando mi ser, traspasando hacia lugares profundos e inhóspitos, me fusiono con ella, escucho su respirar, sintonizo con su latir y experimento su caricia bajo mis pies o en mis mejillas. Una especie de dulce susurro sanador, mediante el cual mi alma se apaciguaba, los monstruos se amansaban y se restauraba el vendaval interno que me asolaba, en momento contractivos, volviéndose una revelación maravillosa en momentos expansivos. 

En este tao (camino) de reconocimiento personal, he escuchado a los dos elementos que llevan conmigo desde que tengo memoria: naturaleza y arte. 

 

Y así se ha ido hilvanando un proceso de reconstrucción intrínseca, además de un bello dibujo personal, inspirado en la Terapia Transpersonal, siendo la meditación, el arte y la naturaleza, las vías para canalizar y dar auxilio al yo más profundo, atendiendo al eco del corazón. 

 

Mi propósito terapéutico está orientado a acompañar desde estos tres recursos, invitando a la reflexión interior desde una perspectiva íntima, plasmada en colores, tinta, papel, movimiento y escucha del corazón, porque no siempre se puede comunicar o expresar a través de las palabras, no siempre se encuentran los matices de las sutilezas profundas en las palabras, no siempre se puede describir un suceso con palabras. 

 

Considero muy necesario poner en práctica otro tipo de recursos para abrir puertas que no quieren ser abiertas e incluso, para conectar con actividades placenteras, sin un objetivo determinado, como puede ser pintar un mandala, dar un paseo en silencio o escribir en un entorno natural. 

 

El silencio, juega un papel esencial en este proceso de escucha interna. Observo a las personas que no se sienten bien, que quieren estar mejor pero que no quieren enfrentarse a un proceso terapéutico por lo que ello conlleva. Saben lo que les ocurre (a veces), saben lo que necesitan (a veces) y en otras ocasiones se sienten desorientadas, porque no hallan el motivo de su malestar (tristeza o apatía), a pesar de tener todo y más de lo que puedan necesitar.

 

Esa profunda desconexión del yo, del ser, es recuperable. La vía es conectar con la fuente esencial, con el origen y con la vida.

La práctica consciente (de la vida, entendida como un arte) conduce al encuentro del ser interior. Un extraordinario manual que anima a la escucha interna para poder vivir en plenitud, desde la naturaleza y entorno externo, en conexión con todo lo que nos habita en sintonía con la fuerza creativa e intuitiva que yace dormida.

 

A través del arte se puede alcanzar la despersonalización de ideas y creencias aprendidas para dar expansión a un ser mayor, menos limitado y más auténtico. Un viaje de reconexión a través de la observación externa que conecta directamente con una imagen interna, desnuda, sensible y desprotegida de la fuente que somos en esencia.

 

Una sinfonía en la que cada elemento que constituye el ser humano ocupa un asiento privilegiado para abrirse paso ante el autodescubrimiento, rompiendo las cadenas sistémicas y superficiales que le rodean: más silencio, más atención, más amor y más integración.

 

Te acerco esta experiencia de reconstrucción emocional, un proceso creativo que emerge desde la libertad de ser y de sentir con: colores, trazos y formas, he conseguido dar vida a mi mundo interior y a lo que en él habita. Ha sido incómodo, turbulento, revelador y transformador, a partes iguales.

 

Es así como la magia del arte se manifiesta, siendo una vía de autoconocimiento y sanación individual que  ofrece: nuevas perspectivas, regala alternativas y aporta soluciones, un recurso de bienestar y salud mental que yo misma, he experimentado en primera persona.

Con este viaje culmino en una metamorfosis, desde dentro, hacia afuera.

 

Rompo una brecha de silencio perdida en el tiempo y dirijo la mirada hacia la artesanía del alma, he aquí mi tránsito, por las calles de la introspección.

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