Crecimiento en la Tercera Juventud

Publicado el 20 de septiembre de 2024, 19:03

Hay iniciativas que te encuentran en el momento menos esperado.

 

Empiezan cobrando vida a través de las palabras en una conversación dentro de un salón, en invierno, después de una sesión de terapia con el arte y una infusión hecha con amor.

 

Francis es una mujer de 71 años, una mujer sensible, tierna y generosa, rebosante de una humanidad antigua, adornada con sólidos valores, que descansan en su poderosa personalidad, abraza unos principios firmes y seguros, de cómo deben hacerse las cosas y degusta un profundo sentido de la ecuanimidad y la lealtad, propios de la época de las justas.

 

Una mujer de pelo corto gris, ojos claros hundidos, no tanto por la edad, si no por las lágrimas que ha tenido que recoger a lo largo de tantas estaciones.

 

Admiro la responsabilidad, la valentía y el coraje, que ha demostrado, al pedir ayuda terapéutica con el fin de afrontar, ciertas lecciones de vida dificultosas de integrar, para continuar haciendo camino en el día a día, de una manera más amable.

 

Francis vino al mundo en la casa de sus padres, en Morón de la Frontera, nació el 21 de octubre de 1952, en la calle Sevilla número 3.

 

Desde hace 46 años, vive en Mesones, un pueblo de la localidad española perteneciente al municipio de El Casar, en la provincia de Guadalajara.

 

Un pueblo pequeño, en el que no hay farmacia, ni supermercados, ni centro de salud, apenas una pequeña panadería queda recogida en la planta baja del Ayuntamiento.

 

Cuatrocientos veintisiete habitantes, se distribuyen entre calles pequeñas, casas antiguas y caminos de tierra que llevan al río, bordeados por encinas, jaras y zarzamoras … mientras una variedad de aves rapaces (entre ellas el águila imperial, el buitre leonardo o el búho) decoran el entorno que sobrevuelan.

Desde hace muchos años, es presidenta del Centro del mayor, asume la responsabilidad de organizar, planificar y cuidar, los derechos de un grupo de mayores que generación tras generación han ido compartiendo vidas e historia, a través de familias, cultivos, parentescos y jardines frutales.

 

Y es que, cuando conectas con otra alma, la edad, el género o el origen, se desvanece y todo danza en una armonía sincrónica de sentires.

 

Qué bello y hermoso es apreciar este tipo de conexión. En mi caso, me cogió por sorpresa y me provocaba cierta curiosidad divertida por la recién llegada experiencia.

 

Juntas emprendimos la aventura de ofrecer un servicio a la comunidad, enfocado a todas aquellas personas que quisieran participar en una actividad de Terapia con el arte.

 

Durante semanas, visité la casa de Francis y en su salón, intercambiamos ideas, pensamientos y risas, tomando notas de cómo empezar este proyecto, cómo publicitarlo, cómo divulgarlo y cómo hacer visible un encuentro esencial para el desarrollo humano, en cuidado de la salud emocional y mental.

 

Sutilmente llegó una suave y plena transformación, al Centro del Mayor, a través de un programa de actividades creativas que favorecían el autocuidado de esta Tercera Juventud, en un entorno para tener ideas y darse espacio para realizarlas, desde la amabilidad, la cooperación y la flexibilidad personal acogida por el grupo.

 

De esta manera, empezamos a reunirnos todos los martes por la tarde, durante el mes de mayo, junio y julio, encontrándonos en este espacio de bienestar y crecimiento personal, explorando el mundo interior desde la creatividad, la meditación, la escucha y el silencio.

Los objetivos de estas dinámicas han estado encaminados a:

  • Mejorar la atención.
  • Aumentar el estado de conciencia.
  • Memoria y concentración.
  • Desarrollar un ajustado control emocional.
  • Aumentar la autoestima, porque la edad no es impedimento para desear evolucionar.

 

Poco a poco, estas asombrosas mujeres, han ido conectando con el disfrute y la inspiración, practicando el silencio, tan necesario en este mundo voraz, sujeto a la inmediatez, al vértigo de ritmos frenéticos y a ese parloteo mental que no cesa.

 

Un tiempo para dar descanso a esa voz interna que no calla, un tiempo para observar la circulación de pensamientos que quedan reflejados en la pantalla mental.

 

¡Ay el arte! cómo permite atender y escuchar las emociones que llegan a través de los sentidos.

 

¡Ay el arte! Un recurso de expresión que materializa el sentir.

 

Las actividades artísticas (que nacen de la escritura, la música, la pintura, la lectura, la fotografía) ayudan a reducir los niveles de estrés y fomentan la calma mental.

 

Esto es posible porque cuando se desarrollan procesos que implican creación, alejas la vida cotidiana y se adquiere una distracción relajante muy sanadora.

 
La motivación que estimula a asistir y a participar activamente, a este grupo de mujeres excepcionales, tiene mucho que ver con la energía que se mueve en estas sesiones: confianza, respeto, fuerza y tolerancia, un compartir humano cargado de autenticidad y transparencia.
 

Cierro un ciclo que ha estado impulsando estas prácticas con matices terapéuticos: guiando, sosteniendo y acompañando a este transformador grupo de mujeres entregadas a descubrir nuevas conquistas de aprendizaje desde la autenticidad y la libertad de ser.

 

Profundamente agradecida por el compartir de estos meses, por la sabiduría que me han regalado y las confidencias que quedan impregnadas en las paredes de la sala.

 

Desde el corazón y con amor, Ana.

Añadir comentario

Comentarios

Maripaz
hace 2 meses

Enhorabuena a todas y especialmente a mi hermana francis, por haber conseguido desarroyar esta actividad seguro q le ha venido muy bien estoy muy orgullosa de ella pues la vida le dio un revés y es muy duro seguir luchando felicidades