Vivir libre y sin miedo

Publicado el 26 de octubre de 2024, 0:32

Uno de los conflictos más antiguos a los que se enfrenta la humanidad desde que es humanidad es el reto de afrontar la vida desde la incertidumbre que la caracteriza, estimulando el miedo, el sufrimiento, y el pensamiento de ¿qué pasará?

 

Su origen parte de ideas fijas, creencias aprendidas o preestablecidas y el incondicional apego al yo encapsulado, sujeto a la necesidad de sentir apoyos firmes, estables o consistentes que nos regalen cierta estabilidad engañosa.

 

Esta condición inherente que caracteriza a todos los seres humanos, de estar en lucha constante contra la impermanencia de las cosas, de la realidad e incluso de las personas, con su afán sazonador de querer o intentar (inútilmente) ejercer  control (en mayor o menor medida) sobre el flujo de vida, el cuál está en constante cambio, deriva habitualmente en un malestar interno muy profundo de incompetencia personal: frustración, tristeza, dolor, incomprensión, decaimiento, indiferencia ante la "impotencia y absoluta ausencia de control ante los designios de la vida".

 

Pero y ¿si fuera posible relajarse ante el desasosiego existencial? o ¿ante ese torbellino diario de novedades, de cambios, de inconstancia, de decisiones, de dinamismo que hace que salgamos una y otra vez de un espacio confortable y cómodo, enfrentándonos a retos y a movimientos inesperados que parecen pruebas de supervivencia?

 

Ansío recomendarte el último libro que he leído "Vivir bellamente ... en la incertidumbre y el cambio".

 

Pema Chödrön abre una bella posibilidad de vivir sin miedo ante la incertidumbre y el cambio, abrazando la belleza de todo aquello que es dinámico, haciéndolo posible a través de la adquisición de 3 compromisos que uno mismo puede implementar en el día a día.

    • El primer compromiso consiste en no “causar daño” a ningún ser vivo para evitar el sufrimiento en la vida cotidiana: a través de este voto conseguimos liberarnos de antiguos hábitos huidizos que nublan o anestesian la conciencia e impiden vivirnos desde la apertura del corazón y la bondad más objetiva. 
    • Este compromiso nos aparta de las palabras y de las acciones que pueden resultar dañinas para los demás, pero también para una misma, entrando en atención plena sostenida a través de nuestros actos y palabras.

     

    • La premisa de este primer voto es identificar cuáles son esas vías de escape y no seguirlas. Trata de reconducir rutinas y generar nuevos rituales de pensamiento y  comportamiento (atendiendo el tránsito emocional).

     

    “Y tengo todo lo que necesito para simplemente relajarme y dejarme fluir y ser en el devenir existencial”.

      • El segundo compromiso es el llamado camino del “guerrero” a través del cuál se cultiva la valentía, el coraje, la empatía y el amor.

       

      • Es el camino del “héroe o de la heroína”, sustentada en cuidar y proteger a todos los demás seres en todas partes, acogiendo a todos los que nos visiten, sean o no, de nuestro gusto o agrado, recogiendo a todos los seres sensibles durante el resto de nuestra vida. Para ello se debe dejar a un lado esa parte de historia personal, con la que he nos hemos sentido identificados, esa parte cristalizada de pensamientos y sentimientos.

       

      • La humildad y entrega debe ser definitiva, abriendo espacio a cada persona que cruce tu camino, como un acto voluntario de generosidad y de buenos deseos, una entrega constante de bondad y compasión. Consiste en actuar en beneficio de otros, para ello, primero, hay que emprender el viaje de atravesar los propios miedos y alcanzar así el proceso de “despertar” para poder compartir e impulsarlo hacia los demás seres y aliviar el sufrimiento del mundo.

       

      • Es necesaria una conducta auto responsable para emprender este camino iniciático y transformador, el cual desafía a cuestionar nuestras ideas convencionales, aquellas ideas que hemos dado como válidas y exclusivas (hasta este momento), las cuales nos han anclado a una realidad que creemos “real”.

       

      La libertad genuina viene de ir más allá de las etiquetas y de las proyecciones, más allá de las parcialidades y los prejuicios, y de cuidar los unos de los otros”.

        • El tercer compromiso consiste en aceptar el mundo tal y como es. Ofrece un salto de conciencia, gracias a la apertura del corazón.

         

        • Aceptar la fugacidad, el constante cambio, la inconfortabilidad tal cual es, posibilita la vinculación a la realidad que percibimos y conlleva una rendición ante la vida: sin intentar modificarla, sin intentar someterla, sin vivir en rebelión perpetúa y sin ser esclavos del desarraigo de no tener nada en firme que nos sostenga. 

         

        • Un mirar sin apartar la vista, acogiendo la experiencia con todos los matices que la hacen única, apreciando todos y cada uno de los momentos que me visitan porque son bellos, auténticos e irrepetibles, incluso todos aquellos que son incómodos, que escuecen o pueden resultar desagradables, no se trata de “desterrar” lo incómodo más bien, se trata de abrir espacio a todas y cada una de las partes que nos componen.

         

        • Un voto de aceptación personal (a través del cual dejo ir mi “yo fijo”) y aceptación mundana. Inspirada en estar presente, atenta, despierta y curiosa, en conexión con el ahora, conectando con todo lo que circula a mi alrededor: sonidos, olores, sabores, pensamientos, sin tratar de modificar, mejorar o enjuiciar aquello que me visita, dejándolo ser tal cual es. Un estado de apertura y entrega al momento.

         

        “Dejar de insistir en que las cosas sean como nosotros queremos y en que son como queremos que sean”.

        ¿De qué manera puedes trasladar estas tres ideas en el día a día?

         

        Para poder integrar, en tu vida, estas tres ideas inspiradoras, rescatadas del libro “Vivir bellamente … en la incertidumbre y el cambio”, hay dos ingredientes que son necesarios para elaborar la receta: consciencia y meditación o atención plena, a través de profundas herramientas de autoconocimiento.

         

        • Se trata de observar, detectar e identificar patrones firmemente asentados en el miedo y en el sufrimiento, creencias que llevan ahí mucho tiempo, abrir una visión más amplia, creativa e intuitiva, hacia una sabiduría superior.

         

        • Decidir qué hacer con esos patrones y cultivar otro tipo de comportamiento, fruto de “ese darme cuenta”, puedo trabajarlo desde la autorresponsabilidad honesta y firme, evitando la pereza y permaneciendo  atenta a los destellos embaucadores de retorno a “ideas fijas”.

         

        • Iniciar un proceso de cambio (que brota desde el interior) para reestructurar mecanismos mentales limitantes, mostrarme curiosa a descubrir desde una mirada más amplia que trasciende mi mismidad, “no soy el centro de nada”.

         

        • Apertura para descubrir, ver y sentir, más allá del ombligo egocéntrico, instalado en mis circunstancias y en mis experiencias, aspirar a descentralizarme con el fin de poner el foco en todo lo que me rodea: seres, animales, naturaleza.

         

        • Para que todo ello sea realizable y alcanzable, tengo que entregarme a la confianza, transitar con autocompasión y ser flexible, permitirme tropezar y si es necesario darme la oportunidad de volver a empezar, desde la amabilidad, el amor y la asertividad, persistiendo en sembrar y cultivar: cada día es un nuevo comienzo.

         

        • Poner en práctica los tres compromisos requiere de especial atención, un análisis minucioso, casi quirúrgico de todos tus comportamientos, de tus palabras, de tus actos, de tus acciones, contigo misma y con los demás, para iniciarte en el camino del guerrero lo primero que necesitas es “atención y observación”, colaborando con la conciencia testigo.

         

        • Si enfrentas situaciones emocionales especialmente incómodas, tienes el comodín de realizar una maravillosa cuenta de noventa segundos, es el tiempo de vida de una emoción como la ira.

         

        • Dar cabida a todo lo hay en ti, dar espacio y atención, a tus luces y sombras, abrazarlas y atenderlas, no hacer cómo que no existen, cómo que no están, cómo que no las ves, no hacer cómo que molestan o que te avergüenza su presencia o existencia, ambas forman parte de ti y de quien eres.

         

        Integra sin destierro todas tus partes, en una visión inclusiva de un todo completo, cargado de sentido. Un mundo de posibilidades de ser con toda tu carga, no solamente con lo que resulta hermoso y bello sino también, con la compañía y cercanía de la oscuridad.

         

        • A través de la escritura puedes rescatar las sensaciones corporales, el aluvión de pensamientos, la canalización del sentir e incluso la visualización de aquello que genera tormento o la calma tras la meditación. 

         

        • Utiliza tu mandala personal y esencial, aquel que define quién eres. Un elemento representativo de tu vida y de las inquietudes que te provoca, juega con los colores y con las posiciones que ocupa cada parte en él, abriendo el camino hacia el despertar.

         

        • La naturaleza es un elemento de recuerdo permanente que te permite conexionar con la inmutabilidad de las cosas: todo es variable, todo es dinámico, nada es estable, todo está sometido a una transformación perpetúa, junto con el paso de los días, la salida del sol (como nacimiento) y su caída en el atardecer (como muerte).

         

        • Aprovecha las circunstancias especialmente incómodas que lleguen a tu vida. Dales la bienvenida e invítalas a pasar sin juicios, acepta su llegada y recibe el aprendizaje que vas a extraer de esta nueva visita inesperada. Evita la reactividad y la insolencia de “vaya, esto no lo esperaba, esto no es para nada lo que quería”.

        La salida está en ti:

        Haz posible Vivir libre y sin miedo.

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